domingo, 2 de octubre de 2016

Un hombre que marco la historia de colombia para siempre.



Pablo Emilio Escobar Gaviria Nacido de una familia humilde del campo antioqueño, Escobar demostró habilidad para los negocios desde muy pequeño. Inició su vida delictiva a finales de los sesenta en el contrabando, y a comienzos de la década de los setenta, se involucró en la producción y comercialización de marihuana y cocaína al exterior. Tras formar alianzas con Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder y Jorge Luis Ochoa, Escobar fundó el Cartel de Medellín, organización que en su auge, monopolizó el negocio de la cocaína desde su producción hasta su consumo, controlando más del 80% de la producción mundial de dicha droga y del 75% del mercado ilícito de la misma en Estados Unidos. Durante esta década logró consolidar su imperio criminal, convirtiéndolo en el hombre más poderoso de la mafia colombiana, acumulando una inmensa fortuna, que rondó la cifra de entre 25 000 a 30 000 millones de dólares, consagrándolo así como uno de los hombres más ricos del mundo según la revista Forbes durante siete años consecutivos.

Para excusar su inmensurable capital, a comienzos de los ochenta Escobar trató de pulir su imagen a través de la realización de obras de caridad para los desprotegidos y con una breve incursión en la política, ocupando un escaño como representante a la cámara en el Congreso Nacional en 1982. Sin embargo en 1983, tras diversas publicaciones del diario El Espectador y con la acusación directa del ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla, pierde su escaño y es acusado públicamente por sus negocios ilegales. Meses después, Lara Bonilla y Guillermo Cano, director del El Espectador, son asesinados por órdenes de Escobar.

Para 1985, el narcotráfico ya estaba en auge y así mismo, los carteles presentes en Colombia, lo que desató una guerra contra el gobierno, cabeza en cuestión en ese entonces, Belisario Betancur, se dispuso a combatirla con el uso de la extradición de narcotraficantes a Estados Unidos. Tras sendos intentos de negociación y múltiples secuestros y asesinatos selectivos de jueces y funcionarios públicos, en 1989, el Cartel de Medellín con Escobar al mando declaró la guerra total contra el Estado. Organizó y financió una extensa red de sicarios, fieles a su mando, que asesinó a personalidades clave para la institucionalidad nacional y perpetró actos terroristas indiscriminados con el empleo de coches bomba en las principales ciudades del país que desestabilizaron al mismo, puso al establecimiento «de rodillas», y que lo convirtió en el criminal más buscado a comienzos de los años noventa. Fue responsable del asesinato de 657 policías entre 1989 y 1993,[cita requerida] y de feroces enfrentamientos contra el Cartel de Cali, los paramilitares del Magdalena Medio y finalmente Los Pepes.

Después de la consumación de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991, que le dio a Colombia una nueva constitución y la prohibición de la extradición de nacionales a Estados Unidos, Escobar decidió someterse a la justicia con la condición de ser recluido en La Catedral, una ostentosa cárcel ubicada en sus terrenos. Tras demostrarse que aún seguía delinquiendo tras las rejas, el Gobierno quiso capturarlo, por lo cual Escobar se dio a la fuga, saliendo fácilmente por la parte trasera de la prisión, lo que significó uno de los episodios más vergonzosos para la autoridad penitenciaria del país. Tras su escape, el gobierno conformó el denominado Bloque de Búsqueda para recapturarlo y tras diecisiete meses de intenso rastreo, fue tiroteado en un tejado de un exclusivo sector de Medellín a los 44 años de edad.




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